Cuentan las crónicas que Rafael Ortega brindó el primer astado a su tío, el genial Rafael El Gallo. Sería por hacer honor al brindis, lo cierto es que en el diario 'Azul' del día siguiente, califica su actuación con estas palabras: "Estuvo regular (...) toreó distanciado, con destellos artísticos. Mató regularmente", como si de una actuación del mismísimo Divino Calvo se tratase...
José Ignacio, según el mismo rotativo, estuvo desafortunado y Manolo Martín Vázquez destacó ejecutando la suerte suprema al volapié. Para él fue la oreja del tercero, dando la vuelta al ruedo en el último.
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