José del Río (Foto: https://joseramonsaiz.es/) |
ELEGÍA
(En el aniversario de la muerte de Joselito)
¡Qué triste está Andalucía!
¡Todavía lleva el luto
del rey de la Torería!
El sol, fúnebre tributo,
es un cirio y llora cera
sobre el azul impoluto.
¡Talavera! ¡Talavera!
No digáis ese maldito nombre
de asonancia fiera.
Porque un dolor infinito
sobrecogerá a Sevilla
y enlutará su mantilla
la sombra de Joselito.
¡Qué alegre estaba la Feria,
cuando la Feria era él,
lámina graciosa y seria!
Igual que en el redondel,
solemne y ceremonioso;
héroe en su luna de miel
con la Fama...
En el reposo
del barrio de Santa Cruz;
y en el hervor del acoso,
¡fino jinete andaluz!
¡Qué luz de nostalgia había
de sus ojos en la luz!
Sobre su jaca se erguía
con prestancia moceril
y era entonces su perfil
el perfil de Andalucía.
Ya no nos queda esperanza,
¡sin él te encuentras tan sola
plaza de la Maestranza!
Le lloran Carmen y Lola,
las mocitas de romance
y de leyenda española.
El maravilloso lance
que en su capote bordaba
en el temeroso trance,
no hará a Sevilla su esclava;
no nos dará su emoción;
ni caerán rojos claveles
por él a los redondeles
-cada flor, un corazón-.
Ya las mocitas morenas,
de entremés de los Quintero,
ríen en su patio apenas.
No es que haya muerto un torero,
un torero se reemplaza;
el renombre y el dinero,
bastan a surtir la plaza.
Es que ha muerto algo mejor:
una fina flor de raza,
la más fina y bella flor.
Y abrumada de gentío,
Sevilla nota el vacío
de una mujer sin amor.
Vieja guitarra de España,
hecha vieja de tocar
en la Venta de Eritaña.
Aprende un nuevo cantar,
un cantar que sea un grito
y un sollozo popular.
Un cantar que no esté escrito
y el que el pueblo rece,
un triste cantar que empiece:
¡Joselito!, ¡Joselito!
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